Daños por Heladas en el Olivar de la Sierra

Desde finales de enero hasta mediados de febrero hemos estado inmersos en unas condiciones metereológicas marcadas por una ola de frío que ha provocado temperaturas mínimas por debajo de 0ºC. Concretamente, la estación metereológica situada en  Olvera ha marcado como temperatura más baja -3,19ºC el 4 de febrero, lo cual no quiere decir que en otras zonas no hayan sido inferiores. Esta situación ha hecho que se sucedan varias heladas en nuestros campos, afectando a los cultivos en diverso grado según su estado de desarrollo o las condiciones del terreno. Además, el periodo de sequía en el que nos encontramos y las altas temperaturas durante los meses de diciembre y enero tampoco ayudan, pues las heladas provocan más daños cuando el contenido de agua de la planta y el suelo es bajo y cuanto menos endurecimiento progresivo por frío ha tenido.
Dentro de estos cultivos, el olivo es de los que mejor soporta estas heladas moderadas, si bien también depende de la variedad de la que se trate y de su estado de desarrollo y nutricional. Los daños se pueden manifestar en hoja, en brotes y en ramas de diferente grosor.
En las hojas se pueden ver daños como decaimiento y coloración pardo-marrón, variando según la intensidad de la helada. Si ha sido moderada las hojas pueden caer al suelo. Si ha sido más intensa, pueden permanecer en el olivo y con el tiempo volverse todas marrones.
En brotes y ramas, los efectos se manifiestan con zonas de color marrón en el interior de la corteza, en vez del color blanquecino-verdoso habitual. Esto es algo que solo se ve claramente si se realiza un corte a la rama, por lo que se aconseja que haga una prueba en olivos en los que se intuyan los daños, en ramas o brotes pequeños. Otra alternativa es esperar a principios de primavera para evaluar dichos efectos negativos.
Para solucionar este problema una vez que se ha presentado, es positivo realizar un conjunto de operaciones para asegurar la pronta recuperación del olivo. Lo primero es eliminar los brotes o ramas que estén más afectadas, desde su base. Puede suponer una poda más fuerte de lo habitual, pero lo que se busca es eliminar una fuente de complicaciones posteriores, como la infección por plagas y enfermedades. Para completar su efecto beneficioso, hay que aplicar cicatrizantes a los cortes, evitando así estas infecciones.
Después, a principios de primavera, es conveniente realizar un abonado complementario con bioestimulantes, que faciliten la activación de la planta y la circulación de la savia. También es necesario controlar la fertilización con nitrógeno, pues una alta presencia de éste agrava los daños por heladas. Así, en zonas donde sea frecuente esta situación no se debería aportar mucha cantidad de éste, ni aplicarlo antes de primavera. Dadas las circunstancias actuales de falta de lluvias, lo más aconsejable sería aportar el abono a través de la hoja, por vía foliar; con el fin de aumentar la eficacia de la aplicación. Aprovechando esta aplicación foliar, se puede aportar cobre para prevenir que enfermedades como la tuberculosis se introduzcan a través de las heridas.
En caso de disponer de regadío, es muy beneficioso para la recuperación del olivo empezar con los riegos a finales de febrero, sin que sean muy abundantes para no encharcar el suelo.