El abonado tiene por objeto restituir al suelo la totalidad o parte de los nutrientes que la planta extrae, o enriquecer éste cuando la concentración en uno o varios elementos es insuficiente para asegurar la correcta nutrición del cultivo.
Los árboles que se mantienen en un buen estado nutritivo serán capaces de tolerar mejor las plagas, las enfermedades y las condiciones adversas, produciendo buenas cosechas en años sucesivos.
Emplear fertilizantes en mayor cantidad o más costosos no suele producir mejores resultados, es necesario mantener además un equilibrio entre los diferentes elementos.
Para establecer un plan de abonado racional y respetuoso con el medio ambiente, es necesario tener en cuenta la fertilidad del suelo, el estado nutritivo y el potencial de producción de los árboles, la disponibilidad de agua en el suelo, las necesidades de la hierba de cobertura del suelo, las aportaciones del agua de riego y, finalmente, la fertilización realizada en años anteriores y las cosechas obtenidas.
El aspecto de los árboles y su sintomatología, junto con los análisis foliares y análisis de suelo, son las herramientas que contamos para establecer y modificar los programas de fertilización.Las necesidades de los árboles se calculan en función de las extracciones anuales realizadas por la madera de poda, hojas y la producción de frutos.
Los aportes de nitrógeno por el suelo provienen de la mineralización de la materia orgánica.
La cantidad total de elementos minerales que cada año debemos aportar a una parcela de olivos se determina según la siguiente ecuación: del total de extracciones efectuadas por los árboles se resta la suma de aportaciones suministradas por el suelo y el agua de riego:
Necesidades de abonado = Exportaciones – Aportaciones.
Los consumos de un olivo en producción, son variables a lo largo del periodo vegetativo.
Para controlar el estado nutricional del olivar se utiliza el análisis foliar, complementado con la observación de los árboles y comparando los resultados con los niveles que aparecen en el cuadro. Cuando el estado nutritivo del árbol en un determinado nutriente esté en un nivel por debajo del adecuado se aplicará un coeficiente que aumente la dosis de restitución calculada. Si las concentraciones en hoja están por encima de los valores considerados como adecuados se realizará una reducción de la dosis calculada.
Recomendaciones para corregir deficiencias o valores nutritivos bajos: La fertilización en olivar de secano se realizará a la salida del invierno, incorporando el abono con una labor. Cuando se utilicen sistemas de no laboreo o laboreo reducido, las aportaciones se harán cuando se prevean lluvias que faciliten su incorporación al suelo. En condiciones de secano y en suelos calizos y arcillosos, se consigue una mayor eficacia en el abonado con fósforo y potasio mediante su aportación por vía foliar, aprovechando para ello los tratamientos fitosanitarios. En años secos la aportación foliar de nitrógeno es igualmente recomendable. Las aplicaciones foliares se deberán hacer en primavera (febrero-abril), verano (julio) y otoño (septiembre-octubre).
Conclusiones
– Estimar correctamente las necesidades de la plantación (árboles y hierba): Cantidad global anual/Cantidad por periodo.
– Tener en cuenta las reservas disponibles:
En el suelo / En el árbol.
– No aportar nitrógeno fuera de la época de consumo (diciembre a febrero).
– No enriquecer excesivamente el suelo en materia orgánica (aportes incontrolados de estiércol u otras enmiendas).
– Distinguir los fertilizantes minerales de las enmiendas orgánicas, ya que los primeros pueden aportar o generar rápidamente cantidades importantes de nitrato.
– Dejar las hojas que caen bajo la copa y mantener esa zona sin laboreo, ya que es un buen método para aumentar a medio y largo plazo el contenido de materia orgánica del suelo, con sus implicaciones en la mejora de la infiltración y de fertilidad. No obstante, si existen problemas de verticililosis, las hojas y restos infestados se deben retirar y quemar.
– Mantener correctamente la hierba de cobertura del suelo de la plantación.
– Evitar las aportaciones excesivas de agua que pueden provocar percolaciones y arrastres.
– Mantener el suelo con cobertura vegetal después del arranque de los árboles: cultivar leguminosas para enterrar en verde, un cereal o un enherbado para la futura plantación.