Tras el largo y lluvioso invierno llega la primavera, y con ella las temperaturas se suavizan, dándose las condiciones perfectas para el desarrollo de los hongos (repilo, plomizo, vivillo, etc.). Estos microorganismos pueden provocar defoliaciones muy importantes capaces de arruinar la cosecha de varios años. Por tanto, en estas fechas procede realizar un tratamiento con compuestos cúpricos (cobre) que previenen las infecciones. Aprovechando este tratamiento se puede poner en la cuba un abono foliar rico en aminoácidos (Isabión, Abofol, etc.) que active la entrada en vegetación de los olivos y estimule la emisión de raíces. De esta manera se evitarían en lo posible los efectos que el prolongado contacto con el agua puede acarrear al cultivo por pudrición de los pelos radiculares.